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Presentación del libro 'El arte de la carrocería en Nueva España. El gremio de la ciudad de México, sus ordenanzas y la trascendencia social del coche'

Se presentó en la Casa de la Provincia un original trabajo que analiza la trascendencia social del coche en México desde su implantación tras la conquista hasta el siglo XIX. Este trabajo es el Premio de Monografías 'Nuestra América' en su edición 2017 cuyo autor es Álvaro Recio Mir. Este premio es convocado anualmente por la Diputación de Sevilla, a través de su Área de Cultura y Ciudadanía.

Este doctor en Historia del Arte y profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla presentó  'El arte de la carrocería en Nueva España. El gremio de la ciudad de México, sus ordenanzas y la trascendencia social del coche', obra coeditada por la Diputación, la Universidad de Sevilla y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en la que Recio Mir se remonta a los orígenes del uso de la carrocería en América. En el acto de presentación, junto a él, Araceli López Serena, subdirectora de la editorial Universidad de Sevilla,  la jefa del Servicio de Archivo y Publicaciones de la Institución Provincial, Carmen Barriga,  la científica titular Esmeralda Broullón de la Escuela de Estudios Hispano-Américanos y el catedrático de Historia de América de la US, Ramón María Serrera .

Surgidos al final de la Edad Media, los coches de caballos llegaron a América poco después de la conquista, con lo que este invento europeo se hizo planetario. En la capital de Nueva España su uso arraigó con gran fuerza, hasta convertirse en símbolos de estatus privilegiado y en emblemas de la sociedad cortesana barroca. En 1706 se fundó el gremio de carroceros de la ciudad de México, cuyas ordenanzas permiten conocer el desarrollo de este arte, que tuvo importantes repercusiones en el urbanismo y en la arquitectura.

El agudo sentido barroco de los coches del siglo  XVIII hizo que a las técnicas específicamente carroceras se sumaran otras actividades artísticas, como las labores de talla de sus trenes, los ciclos pictóricos de sus cajas, las tapicerías que los forraron o las ricas guarniciones que los unían a los animales de tiro.

La rápida evolución de la carrocería ocasionó que las ordenanzas del gremio mexicano tuvieran que ser sustituidas en tres ocasiones en un siglo, de forma que, al final del periodo virreinal, se debatió en el marco académico el concepto mismo del coche, entendido como una obra de arte total y cuyos autores fueron comparados con ingenieros y arquitectos. Ello prueba la inmensa significación que el carruaje alcanzó durante el Neoclasicismo, al igual que la proyección de la carrocería virreinal hasta bien entrado el siglo XIX, tiempo después de producirse la independencia de México.